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Robert Sarah, cardenal.
Hemos de mirar cara a cara a la realidad: el sacerdocio parece tambalearse. Algunos sacerdotes son como los marineros de una nave violentamente sacudida por el huracán. Dan bandazos y pierden el equilibrio. ¿Quién no se hace preguntas cuando lee ciertos testimonios de abuso infantil? ¿En quién no surgen dudas? El sacerdocio, su estatus, su misión, su autoridad se han puesto al servicio de lo peor; se ha instrumentalizado para ocultar, tapar e incluso justificar la profanación de la inocencia de los niños. En ocasiones se ha usado la autoridad episcopal para pervertir -cuando no para truncar- la generosidad de quienes deseaban consagrarse a Dios. En el corazón de sacerdotes, obispos y cardenales se ha filtrado la búsqueda de una gloria mundana, de poder, de honores, de placeres terrenales. ¿Quién es capaz de asumir esta realidad sin estremecerse, sin llorar, sin hacerse preguntas? No podemos aparentar que todo esto carece de importancia, que todo esto no es más que un percance. Al mal hay que mirarlo cara a cara. ¿Por qué tanta corrupción, tanto extravío, tanta perversión?. A partir de diversos textos de santos, papas y algún otro autor, el Cardenal Sarah da respuestas concretas a esta crisis sin precedentes del ámbito eclesial.
¡Estudiad el Catecismo con pasión y constancia! ¡Dedicadle tiempo! Estudiadlo en el silencio de vuestro cuarto, leedlo con un amigo, formad grupos de trabajo y redes, intercambiad opiniones en Internet. Sí, tenéis que estar más profundamente enraizados en la fe que la generación de vuestros padres. Papa Benedicto XVI (del Prólogo)
Lucía MARTINEZ ALCALDE María ÁLVAREZ DE LAS ASTURIAS
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Robert Sarah, cardenal.